jueves, agosto 19, 2010

Algo Catorce

Salió de Colombia un viernes por la mañana con sus hijos, su vida en este país era demasiado complicada y se dirigía a Estados Unidos. Después de vivir ilegalmente casi 6 años al norte de Wyoming, EU; pueblo que no tiene muchas fuentes de empleo, teme ir a la ciudad a buscar un buen trabajo por obvio miedo a ser deportada; acudió a una cita médica pues había tenido ciertos malestares relacionados con su cabeza, fuertísimos y muy constantes dolores que le provocaban el llanto; le informaron que tenía cáncer cerebral y la noticia por supuesto fue devastadora puesto que, tenía dos hijos; una chica de 15 años y un chico de 11. Helen dejó de acudir al trabajo cerca de un mes, había caído en depresión, sabía que estaba relativamente lejos de su familia, su trabajo no la hacía solvente y tampoco tenía seguro, no tenía a nadie que pudiera ayudarle, salvo sus hijos quienes apenas se encontraban estudiando primaria y secundaria; dependían de ella,  y claro, no tenían bien alguno. El mundo o peor aún, el universo entero parecía haber conspirado en contra de esa familia.

Helen volvió al trabajo pero al retornar, su jefe le dijo que no podría seguir trabajando ahí por el mismo sueldo, que si quería conservar su puesto, debía aceptar un sueldo mucho más bajo, y si no aceptaba podría irse. Helen era abusada moralmente, a diario era menospreciada e insultada por desconocidos ciudadanos, quienes por supuesto, aborrecían ver su país infestado de gente foreña y por sobretodo hispanos, y aunque también había gente con buenas intenciones que trataban de ayudar a Helen y sus hijos, el dueño del pequeño negocio en donde Helen había trabajado, abusaba de la ilegalidad de su estancia; le pagaba cuando quería y le amenazaba con llevarla a migración. Helen vivía el peor de los tormentos pero pensaba que ahí estaría mejor que en su propio país ya que este pasaba por un momento crusial en cuanto a economía.

La hija de Helen investigó acerca de la enfermedad que padecía y encontró la dirección de un instituto que se encargaba de ayudar a las personas de bajos recursos en estado de cáncer. Helen asistió con su hija a la capital para llegar a tal institución; ya no le importaba poder ser deportada pues muy posiblemente se acercaba su muerte y sus hijos quedarían desamparados, y efectivamente Helen fue atendida y se sometió a un tratamiento que no le costaría practicamente nada, en ese momento, todo parecía estar a su alcance, sabía que a pesar de todo no dejaría de luchar cada día sabiendo de la necesidad que de ella tenían sus hijos. Todos parecían ángeles guardianes en ese hospital, eran amables y nunca le harian daño a Helen o a su familia. Mientras Helen se mantenía asistiendo al hospital cada semana, se refugiaban en un albergue en donde les daban alimento y escuela a los chicos.

Después de 9 años de recibir tratamiento, Helen supo que aunque debía asistir a chequeos anuales, ya había acabado la pesadilla, sus hijos crecían y se superaban sin parar. Si, luego de esos 9 años, Helen recibió una oferta para trabajar en la recepción del mismo hospital en donde había sido atendida tan amablemente y por supuesto aceptó.

Los hijos de Helen lograron culminar sus estudios después de todo sufrimiento y obstáculo, regresaron a Colombia en donde les esperaba toda una familia con muchas ansías y felicidad. Dos años después de haber disfrutado Colombia; Helen recayó en el cáncer y tras luchar 7 meses en contra, murió.

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