Iniciaré con una décima cuyo nombre del autor penosamente desconozco:
El son jarocho es popular
baile pa' toda la gente
que en la tarima presente
el son se habrá de declamar
nadie se habrá de uniformar
sólo hay que andar vestido
con ropa que has presumido
o como pida el momento
que el jarocho va dentro
del que jarocho ha nacido ❤️
Ahora un poco de mi historia en relación con el son jarocho:
Conocí el son jarocho tradicional, auténtico, de fandango en la ciudad patrimonio de Tlacotalpan, Veracruz.
Desde niña, por años veía brevemente grupos de son jarocho conformados principalmente por hombres mayores, presentarse en un escenario como cualquier grupo musical y crecí viéndolos como artistas y ya. Debo admitir que realmente no me llamaban tanto la atención. Pero nunca había visto grupos de esos con jaraneras o bailarinas, de ninguna manera imaginé que yo podría conocer más sobre algo que parecía hasta ese momento sólo un "show", jamás pensé que había algo más, algo bastante significativo, algo tan profundo y palpable como el fandango...
Fue hasta los veintiún años que tuve la gran fortuna de saber que existían los fandangos, descubrir qué era un fandango y aprender a formar parte de ello...
Yo viví en Tlacotalpan por cuatro años, del 2011 al 2015, desde que llegué tuve la inquietud de entrar a clases de danza (pues ignoraba algo mejor que ello) en la casa de la cultura, pero mis horarios escolares siempre cubrieron la mayor parte de la mañana y toda la tarde, por lo cual, mi tiempo libre era únicamente en las noches y entre semana no había eventos culturales en dicho horario o tal vez simplemente no me enteraba. Así que mi conocimiento por la cultura tlacotalpeña era realmente corto, hasta el antepenúltimo semestre, que mis horarios vespertinos empezaron a despejarse.
Una tarde de mayo de dos mil catorce, en que me dirigía a la normal, caminando por una de las calles que recorría todos los días, pero sólo por la mañana y por la tarde-noche, escuché sonidos musicales y voces cantando, al llegar a la altura del edificio del que salían los sonidos, me detuve a contemplar un poco desde la banqueta, vi que eran niños tomando clases de música jarocha, era algo distinto a lo que había visto en mi vida, me llamó tanto la atención que tenía que preguntar si eran clases exclusivas para niños o para personas de todas las edades; me acerqué, saludé, pregunté y me respondió el maestro que cualquiera que deseara podía asistir a clases, pero le dije que no tenía instrumento y me dijo que ahí podían prestarme uno, ¡increíble!. Eso fue un jueves y al día siguiente yo volvería a mi pueblo como cada fin de semana. Por lo cual le dije al maestro que empezaría a tomar clases hasta el lunes, estando de acuerdo, me invitó a un evento que tendrían el domingo en una cancha en frente al lugar de las clases, se trataba del aniversario del taller.
Yo solía volver a Tlacotalpan los lunes por la mañana pero no desecharía la invitación que me habían hecho, por lo que regresé el domingo a buena hora para asistir. Inició el evento de aniversario, dirigidos por el maestro José Fidencio, más conocido como "Colocho", con ayuda de Einer, dieron la bienvenida al público e integrantes del taller, proyectaron algunas diapositivas en donde por medio de textos, fotografías y videos mostraban el trabajo que realizaban, hicieron presentaciones por pequeños grupos formados por los niños y adolescentes que asistían a clases y finalmente se hizo un fandango, algo desconocido hasta el momento para mí, entonces empecé a descubrir qué era una jarana, un requinto, una quijada, un cajón, un marimbol, una tarima, una enagua o fustán, un talí, así sucedió lo inevitable... me enamoré del son jarocho, en especial, del fandango.
Durante ese fandango un niño muy pequeño que ya daba sus primeros pasos de baile, me invitó a subir a la tarima, yo no sabía bailar son jarocho tradicional (había zapateado durante años pero no esos sones), sin embargo no podía despreciar tan especial invitación y subí a la tarima intentando dar algunos pasos, aunque volví a mi asiento en seguida, fue bonito acercarme a la tarima, a las personas, a la música.
Entonces empecé a tomar clases y a ir a algunos fandanguitos en Tlacotalpan y a veces en Isla. Fui aprendiendo poco a poco, la verdad no fue fácil, sobre todo cantar mientras intentaba tocar, era algo casi imposible para mí, pero con ayuda del maestro Colocho y la práctica, logré mejorar. La mejor escuela es el fandango continuo. Cada vez que me enteraba de algún fandango o festival cercano, si me era posible, asistía; desde entonces y a través de los años, fui conociendo muchos lugares, eventos, estilos y lo mejor de todo: a muchas personas en el ambiente del son jarocho; aunque a paso lento, he ido aprendiendo mucho gracias a la gente en distintos puntos de Veracruz y un poco de Oaxaca, cada viaje es una aventura, una gran experiencia.
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Honorio Robledo |
Desde mi perspectiva y en relación a lo que he vivido, he creado algunos posibles conceptos sobre son jarocho y el fandango:
Noviembre 2014
...las cuerdas y la percusión envolvían mi mente y me transportaban a la calma y la felicidad, esa de mis raíces, de nuestros antepasados presentes en esta música entre voces, chaquistes, mosquitos, requinto, jaranas, marimbol, cajón, panderos, quijada, zapatos y tarima... para fandanguear, para respirar, para sonreír... para alegrar el alma.
Es un punto de reunión en donde todo problema o preocupación sin importar su magnitud, sólo desaparecen; cualquier cosa que se escuche aquí no tiene otro efecto que la tranquilidad y el olvido de lo que nos aqueja, es una frontera, otra dimensión... todo ello, es el poder del son...
Marzo 2019
El son jarocho es la expresión más representativa y valiosa del mestizaje hasta nuestros días.
Agosto 2019
Es una fortuna conocer a grandes señores, exponentes del son en diversas regiones del bello Veracruz, transmisores de la cultura, de nuestras raíces. Algunos tesoros andantes que se nos van a adelantando pero que dejan un gran legado en este mundo terrenal.
Septiembre 2019
Realmente siento que entro a otra dimensión cuando me encuentro en medio de un fandango, cargado de sabiduría, de los viejos y energía positiva de la gente apasionada por el son. Pura buena vibra.
Noviembre 2019
El son jarocho es magia, historia, cultura, hermandad, pueblo, es otra dimensión a la que entramos y en donde nada importa ni te preocupa, sólo existe el bello sonido y verso de cada son, de cada instrumento y zapato.